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Felicitas Guerrero y una tragedia que sigue sorprendiendo


Por Hernán Salcedo


Felicitas Guerrero era rica y hermosa. Una mujer de esas características podría haber surgido de la imaginación de un escritor y convertirse en materia prima de una historia de amor. Pero no fue así. Felicitas existió y su trágica historia continúa provocando inquietudes, relatos literarios y versiones teatrales.


Es el caso de “Felicitas o las niñas mudas”, de Adriana Tursi, que con dirección y puesta en escena de Micaela Fariña continúa presentándose los domingos, a las 20.30, en Espacio Abierto, Carabelas 255, con entrada libre y gratuita.


El monólogo que dirige Fariñas narra la historia de Felicitas a los 26 años, en el día de su casamiento. “Está esperando a que llegue el momento de dar el sí -explica la directora en charla con Blog Teatro-. Mientras la invaden recuerdos, la soledad se le hace cada vez más presente, el lugar cada vez más extraño. Su sueño del casamiento se convierte cada vez más en pesadilla. Y su final, conocido por la historia argentina, se torna irreversible”.

¿Qué papel juega lo femenino en esta obra?


Es una obra muy femenina. El casamiento, tanto hoy como hace muchísimos años, es algo que en la mujer siempre despierta un universo muy particular. Aquí hablamos de una mujer que padeció una sociedad patriarcal donde no pudo tomar decisiones por su cuenta. Y cuando parecía que había una esperanza de ser feliz, es desmoronada por un hombre que no estaba de acuerdo y decide matarla.


¿Cuál es la actualidad de este texto?


Es una obra sobre una mujer real que murió en 1846. Su vida seguramente fue retrato de lo que a otras les ha pasado. Estoy convencida de que aún hoy se puede encontrar cierto paralelismo en historias actuales. Felicitas termina diciendo “despiertan mujeres, se oyen gritos, se oyen gritos”, una voz de esperanza para que nadie más sea obligado a hacer algo que no quiere, para que uno sea libre.


¿Hay algo que fascina en este personaje?


Felicitas provenía de una familia muy importante y de muy joven el padre la obliga a casarse con un amigo de él. Una mujer de 16 años, con un hombre de 51. Ella no quería, pero tuvo que acatar la decisión del padre. Su marido tenía mucho dinero y la unión iba a beneficiar el porvenir de Felicitas. Con él tuvo dos hijos, pero uno murió a los seis años y el otro de bebé. Al poco tiempo muere también su marido, con lo cual a los 26 ella queda viuda, rica y joven.


Sin dudas una vida destinada a la tragedia.


En diez años pasó lo que muchos de nosotros no podríamos resistir. Cuando ella intenta recomponer su vida, conoce a un hombre del que se enamora. Pero tal era su belleza y su riqueza que no le sobraban pretendientes. Uno de ellos, Enrique Ocampo, la pretendía. Al no recibir respuesta positiva de Felicitas y en una sociedad donde el hombre manda, Enrique no pudo soportar esta negativa y decidió terminar con la vida de Felicitas y luego con la suya.


¿En qué momento de esta historia tan dolorosa se detiene la obra?


La historia está basada en este instante donde Felicitas parecería ser que se va a casar con su amor. Ella está un tanto confundida. Llama a Enrique creyendo que él será el novio y lentamente los recuerdos y los sueños invadirán su relato. De a poco se dará cuenta que se encuentra en ese pequeño instante de vida que le queda.


¿Qué creés que es lo más atractivo de esta puesta?


La historia de Felicitas es conocida por los argentinos. No hay secretos en la trama, todos saben que Enrique Ocampo la mató, que a ella la obligaron a casarse, que se han muerto sus hijos. Desde el vamos es una historia que, por decirlo de alguna manera, no presenta suspenso. Lo atractivo para mí es ver e identificarse en el dolor, cómo una mujer pudo pasar por tanto en diez años, cómo uno no puede ser ajeno a su tragedia. Lo interesante es que a pesar de saber todo, nos seguimos sorprendiendo con la tragedia. Creo que aún hay algo de eso que hoy, de otra manera, sigue sucediendo. Y la única forma de que eso cambie es charlando al respecto, es mostrándolo.


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